I
Y cómo cantarle al amor,
a lo dulce,
a las mieles de la vida,
si ese viento por mi casa no ha cruzado,
si no ha vibrado la ventana de mi alcoba.
Sigue muerta, fría.
Y cómo canto.
Con qué le canto
si hasta el aire me hace falta
y mis ojos al buscarle se han perdido,
vagan en desiertos, oscuridad, llanto.
Cómo cantarle al amor siendo desposeída,
navegando a la deriva,
brotando sueños en mí como espinas.
Y cómo canto
si ese viento por mi casa no ha cruzado,
si no ha vibrado la ventana de mi alcoba,
cuando se me va el aire en mil suspiros.
II
Ven...
Llega a mí.
¡Sacúdeme!
¡Azótame!
Hazme vibrar.
Recorre lentamente mi piel.
Sé brisa bendita en mis entrañas.
Conviértete en la isla de mi barco,
mientras canto.
Llega sólo así,
sin tocar la puerta,
sentiré tu brisa,
tu aroma.
Sabré que eres tú.
Te reconocería aún estando ciega,
entre un valle de lamentos sabré que eres tú.
Pero no demores.
Que mis ojos te buscan en desiertos.
III
Sacúdeme.
Entre oscuridad y llanto,
te espero a ti, viento fugaz que me harás volar.
Te esperaré,
acurrucada entre despojos,
así como un crío en brazos de su madre.
IV
Azótame.
Ya después
cantaremos juntos,
a lo dulce,
a las mieles de la vida.
Lidia Gaytán