Ayer comí en casa de mis papás. No lo hago muy seguido, les saco la vuelta. Gracias, ya comí, -digo, o- me están esperando en la casa.
Pero ayer si me quedé a comer.
Mi mamá sirvió un caldo de pollo que olía muy bien. –Ah, se me olvidó el limón –dice- ahorita te lo traigo.
Me trae un limón entero y dice –ah, se me olvidó partirlo, ahorita te traigo un cuchillo.
Mi papá se levanta por las tortillas, quizás cansado de que mi mamá le diga que todo lo quiere en la mano.
Estar con mis papás no es entrar al túnel del tiempo, es resbalar por un pozo del tiempo, pasar por la época en que era un niño chillón, allá por los sesentas, setentas del Siglo XX y caer en los años en que mi mamá correteaba por las calles de su natal Cadereyta, acompañada de sus hermanos, hermanas, medios hermanos, medias hermanas y demás parentela.
Qué raro, hoy no contó el chiste del perico, ni el chiste del rancherito que llega a la ciudad y en la puerta de un restaurant ve un letrero que dice: “Abierto. Pase usted”. Y entra al restaurant con las piernas abiertas. ¿Estará perdiendo la memoria?
Mi papá, mientras se termina su caldo de pollo, nos remonta a los tiempos en que los agentes de tránsito de Monterrey no eran corruptos ni mordelones. Eran muy amables, paraban el tráfico cuando se necesitaba, no infraccionaban, todos unos servidores públicos. Pero a final de año traían unos talonarios de boletos para la rifa de un carro, todos les comprábamos boletos y nunca se sabía quien se sacaba el carro. –Cuenta mi papá.
¡Qué tiempos aquellos!
Salgo de casa de mis papás con un buen sabor de boca.
martes, enero 04, 2011
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1 comentario:
Hola amigo:
Me da gusto saludsrlo y dejar de nuevo un comentario aqui en su blog, pues si es un buen sabor de boca y sobre todo escuchar aunque sea de vez en cuando los relatos de nuestros padres y disfrutar de su compañia cando los tenemos ...
¡ Viva la familia !
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