miércoles 25 de octubre del 2006
La noche parecía fría, pero no lo era.
El reloj avanzaba lentamente.
Había quedado de verme con Paloma a las dos de la mañana y apenas era la una con doce minutos.
Me subí al Chevy, en el radio dijeron la hora y la temperatura: 19 grados. Abrí un poco la ventana. Por más despacio que me fui, llegué al centro de Santa Catarina a la una y media.
Fui a un Super Siete que está rumbo a la Huasteca y compré un café capuccino.
Me estacioné a una cuadra de la casa de Paloma, la una cincuenta, chin, todavía faltaban diez minutos. Le mandé un mensaje a su celular faltando dos minutos para las dos. Arranqué. Cuando llegué a su casa ya estaba afuera con una maleta y su enorme bolso de siempre.
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