Llegué a la
casa de mi suegra, fui a buscar a mi esposa y a las niñas, mi esposa me había
abandonado dos meses antes, desde que nos casamos siempre era así, discutíamos
y se iba a la casa de su mamá, a la semana iba por ella o regresaba sola, pero
ahora era diferente, no había regresado, no me contestaba las llamadas y cuando
iba a buscarla me la negaban.
Toqué a la
puerta y salió su hermano mayor. –¿Qué quieres?- me dijo de manera agresiva.
–Vengo a buscar a Laura y a las niñas –contesté lo más calmado que pude. –No
están, lárgate. Salió Laura, traía un vestido negro entallado y muy corto,
zapatos de tacón y maquillada, se veía muy diferente. –Yo hablo con él. –le
dijo a su hermano. Él se metió a la casa y nos dejó fuera. Hubo un silencio incómodo. –Laura…-comencé-regresa
a la casa, le he estado pidiendo a Dios por ti y por las niñas… -Mira- me
interrumpió –no metas a Dios en esto , el problema eres tú, no trabajas, en la
casa faltan muchas cosas, estamos bien endeudados y encima me pegas, no, ya no
soporto esa vida, te lo dije. –Yo ya cambié, ya voy a conseguir trabajo, tengo
una entrevista el lunes… -No, las cosas no son así.- Me quedé callado. –Bueno,
ya me voy, solo vine a traerles estos regalos.- Laura tomó los regalos, se me
quedó viendo y dijo: -quédate a cenar, es Navidad.- Traté de besarla y ella me
esquivó. Entramos a la casa, pasamos al patio, no hacía frío y estaban asando
carne, se me quedaron viendo, saludé con un “Dios los bendiga” y nadie
contestó, las niñas se acercaron a saludarme, la mayorcita solo me dio la mano
y la chiquita me abrazó y me besó.
Cenamos,
los hermanos de ella estaban tomando cerveza pero no me ofrecieron, fui a la
tienda y compré cervezas, desde que me entregué a Dios no había podido quitarme
ese vicio, regresé y le ofrecí una cerveza a Laura, ella me pidió que
bailáramos, yo no quería, pero lo hice, mientras bailábamos le decía lo guapa
que se veía, que le quedaba muy bien ese vestido, ella solo sonreía y hasta se
sonrojaba. Nos terminamos las cervezas y fuimos por más. Bailamos y ella se me
pegaba, me besó y me pidió que fuéramos
a su recámara, hicimos el amor muy tiernamente, Laura se quedó dormida y yo
comencé a vestirme, estaba feliz, sonó el celular de Laura, era un mensaje y lo
vi: “Feliz navidad amor” decía, le revisé los demás mensajes y todos eran por
el mismo estilo: “amor”, “te amo”, “me haces feliz” y el último “gracias por el
vestido”. Desperté a Laura y le puse el celular frente a su cara –¿Qué es esto?
–le pregunté tratando de calmarme. –Ah, nada, no es nada –contestó.-¿Cómo qué
nada? Me estás haciendo pendejo ¿verdad? – Laura no sabía que decir, aproveché
para decirle que éramos esposos, que estaba cometiendo adulterio, que no era
bien visto ante los ojos de Dios, yo trataba de mantener la calma pero no pude
más cuando dijo: -Pues, el que no mantiene, no detiene.- le di una cachetada. –Muy machito- me dijo y se me fue encima, yo la aventé y se golpeó contra un
ropero, gritaba como loca, llegaron sus hermanos y me sacaron a golpes a la
calle, de rato llegó la policía y me llevaron.
Al
encerrarme en la celda el policía me dijo: -Que pase usted una feliz Navidad.
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