¡Quién lo hubiera pensado! Debajo de ese montón de carne, o más bien, en el interior de ese montón de carne, había un corazón (o lo que sea que nos permite sentir, soñar, querer) enamorado.
Todos sabían que era divertida, sí. Y una gran mujer. No sólo por lo grande de su anatomía, sino por aquello de los sentimientos. Se enternecía casi por cualquier cosa. Apoyaba causas nobles y desesperadas. Estaba allí para cualquiera que necesitara de un hombro para llorar, o de un poco de pan y vino para mitigar el hambre y la sed, materiales o de justicia.
Era una gran mujer, no cabía duda. Si tan sólo no fuera gorda.
Aunque ser gorda no era lo grave. Tener un cuerpo a todas luces superior, con todas sus demandas, no es ni en un principio el mayor de los problemas.
El problema es quererlo, que es muy distinto de aceptarlo. Querer esa visible diferencia. Pasearla con orgullo. Defenderla. Ése es el verdadero reto.
Y ella lo supo ese día.
Fue de improviso. Sin ningún aviso, sin nada que la alertara.
Un latidito en el corazón. Diferente. Profundo. Inquietante. Y después ese revuelo intermitente y alocado en la sesera, con todas las ideas pies por cabeza. Y el vacío demandante en el vientre, con sofocos y demás. Y la sonrisa de él que ensanchaba la devastadora confusión, y su mirada genuina y su encrespado copete. Y ahora el galopar incoherente de sus sentidos exigiendo las promesas vislumbradas...
Extendió cuanto pudo el día, inventaba en vano posponer el enfrentamiento. Tarde o temprano se verían las caras, lo sabía. Y el espejo tendría la última palabra, como había sucedido antes: sería despiadado, cruel, incluso vengativo. De nada serviría la tregua que había pactado, la aceptación de su terrible corpulencia, porque la desnudez era inevitable.
Y poco a poco, tras encender las velas enamoradas y rodear el ambiente de música y flores y vinos semi ásperos, mientras dejaba caer, con lentitud y una a una las prendas que la vestían, temblando un poco por la emoción, la excitación y el deseo, comprobó que había triunfado sobre el reflejo.
Elsa Beatriz Garza
sábado, julio 21, 2007
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3 comentarios:
Hola Amor:
Que bonito poema !!!
Todo lo que se dice en ese poema es muy cierto pero a veces el ser humano somos muy descriminativos y empezamos a serle el feo a las personas por sus defectos físicos y no vemos la belleza del alma.
Hace tiempo se escuchaba una canción que decía más o menos así :
" Cuando apenas era un jovencito mi mamá me decía mira hijito si un amor tratas de encontrar no lo busques dijo muy bonito porque al paso del tiempo se le quita busca amor nada más amor....."
Y la belleza del alma eso es lo que refleja los sentimientos de la persona.
Creo que los gorditos también tenmeos corazón y derecho de amar y ser amados .......
........Tú lo sabes .......
Hola amigo...
Que inspiración la de ese poema
Pero mira que los gorditos tambien tenemos nuestro corazón, lo malo es que hay personas que juzgan por lo que ven y no por lo que en realidad siente la gente...
Todos somos bellos de corazón, la belleza no solo es física, sino tambinén de sentimientos...
Saludos desde la calurosa Sonora y sigue escribiendo poemas, que de ellos se aprende mucho...
Tu amiga Lolita
hola Rene, me encanto el poema!
fijate hace unos meses vi la pelicula de Babel en donde varios mexicanos estuvieron nominados al oscar y tocan el tema en diatintos puntos de vista de adentro para fuera.
en realidad nuestra realidad es la que nosotros veamos, es ser humano no solo somos egoistas por naturaleza pero nos sentimos unicos y lo somos es por eso la dualidad "todos somos iguales pero cada uno tenomos nuestra propia identidad."
el dia que cada uno de nosotros lo entandamos ese dia vamos a vivir en el paraiso y probablemente si alguien lo entiende ahora se le puede decir ese tipo esta loco.
de adentro para fuera es lo que nos va a dar la felicidad.
tu herman quien les quiere mucho
janet
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