De mi libreta morada LXXXIX

sábado 15 de abril del 2006

Me desperté y me acerqué a Magda, ella ya no quiere nada conmigo, pero no me puedo hacer a la idea, ya son tres años sin ella, lo malo es que no he encontrado nada, no he encontrado una mujer que me llene, que me sienta agusto, con Mónica me siento bien, hasta he pensado casarme con ella, claro, en mis fantasías, ella sería feliz, se le nota, pero yo no, estoy aferrado, obsesionado con Magda, no sé hasta cuando voy a entender que ya se acabó.

Me le repegué a Magda hasta venirme, me vine mucho, se lo enseñé a Magda y ella indiferente solo dijo: "ah, si".

Me levanté y me preparé un té y después Magda me sirvió unas papas con huevo, terminé y fui a la casa del profe Manuel pero no estaba, que anda para Matehuala comprando un fierro para el carro.

Me la pasé hojeando una revista y viendo la tele, comí a media tarde y me quedé dormido un rato, desperté y le pedí que saliéramos a caminar, no quería, casi a fuerzas salimos, fuimos a conseguir unas gotas para los ojos, regresamos, le hablé al profe Manuel y fui a su casa, estuvimos platicando desde las siete hasta las diez de la noche, filosofamos acerca de la vida, ¿qué es la vida?, escudriñamos las santas escrituras, ¿perdonamos a los que nos ofenden?, ¿deseamos a la mujer del prójimo?, hablamos de todo, de López Obrador y demás personajes, me ofreció un sandwich de jamón y un té de manzanilla, hablamos de películas, me despedí y regresé a la casa de la mamá de Magda, Magda estaba acostada con la cola parriba leyendo una revista de esas dizque románticas donde la máxima demostración de amor es en la cama, le pedí que me diera de cenar y me dio. Me puse a leer un libro que me prestó Norma "Los secretos del código Da Vinci", casi era la una de la mañana cuando llegaron de misa, Magda ya estaba dormida, Itza se quería ir a la plaza con sus primas a esa hora, no la dejé y se enojó, me acosté y como siempre soñé cosas extrañas.